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pues la palabra del rey es soberana
y nadie le dirá: «¿Qué haces?»
El que guarda el mandamiento no conocerá el mal;
el corazón del sabio discierne cuándo y cómo cumplirlo.
Porque para todo lo que quieras hay un tiempo y un cómo,
aunque el gran mal que pesa sobre el hombre

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